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Candidato a caos reptante, con experiencia mínima liándola. Aprendiz de una de las revoluciones económicas más gloriosas, la marginal. Gente de buen parecer que intenta poner a lo cuantitativo en su sitio, bien glorioso y muy importante para todo lo que nos rodea.

sábado, 27 de agosto de 2011

Fukuyama no tiene (matemáticamente) la razón

- Nada acaba, Adrian. Nada termina jamás.

Doctor Manhattan


Los 1.290.000 resultados aproximados al buscar en Google sobre Francis Fukuyama o los 31.000 resultados en Google Académico sólo son cifras que dan buena cuenta del principio de algo mayor y evidente, que han corrido ríos de tinta sobre su figura y, en especial, su tesis del fin de la historia, que nació en forma escrita en el verano de 1989 con un artículo en la revista The National Interest titulado ¿El fin de la historia?, con sus interrogaciones. Más tarde, sin interrogaciones y con un rótulo imponente, El fin de la historia y el último hombre, Fukuyama amplió su tesis. La plantilla de Free Press le dio forma editándola, maquetándola y corrigiéndola para acabar siendo un libro que rebasaría las 300 páginas y se publicaría en el año 1992.

Su tesis es bien conocida, aunque en ocasiones se omitan los matices. Empieza por su imponente título. Impacta, pero también tiene el riesgo de una lectura apresurada. Se puede profundizar en su libro, pero se puede comprender su tesis leyendo el artículo que le precede y encontrando resúmenes. Realizaré mi propio resumen para que tengáis nociones básicas de la tesis, exponiendo puntos claves de su artículo:

-Su tesis de la historia arranca desde una perspectiva filosófica más bien clásica, como bien se observa cuando cita principalmente a Hegel o Alexandre Kojève como antecesores de la idea del fin de la historia.

-Se comenta de primeras que la democracia y economía liberal al estilo occidental ha triunfado porque el resto de las alternativas (recordemos, el abanico de alternativas que Fukuyama expone es escaso, centrándose en las más importantes y extendidas como el comunismo) han fracasado.

-Asimismo, esa democracia y economía liberal pasaría a ser universal, terminando así un largo curso de evolución ideológica. Y que ha triunfado, al menos, en el mundo de las ideas y que falta por confirmarse dicha victoria en el mundo material, por lo que seguirán ocurriendo "acontecimientos".

-Profundizando en el primer punto, Fukuyama cita a antecesores como Hegel, Kojève y Weber, hablando de una separación entre la conciencia, que arrancaría la gran mayoría de los procesos culturales e históricos que se manifestarían fuera, y lo material, en concreto lo determinista (según él, inunda las teorías económicas neoclásicas). Da importancia a los procesos culturales y de la conciencia como la chispa del desarrollo económico.

-Se tiene que comprender que sigue a Kojève en el sentido de que el desarrollo ideológico puede tener su final, manifiestándose materialmente en la política o la economía. Aunque también se puede comentar que el mundo material afectaría al desarrollo de la conciencia, acabando así en un proceso circular.

-Habla del liberalismo como "estado homogéneo universal" (un estado en donde toda contradicción se ha resuelto y toda necesidad humana, satisfecha), parafraseando a Kojève.

-Aborda la perspectiva del fin de la historia desde una herencia ideológica común a la humanidad y la esfera de la ideología y la conciencia. Comenta los dos grandes desafíos del liberalismo en el siglo XX, el fascismo y el comunismo. Argumenta que el liberalismo político y económico podrá sobrevivir en el largo plazo por motivos como que se ha introducido en la particular cultura japonesa.

-Es interesante señalar aquí un matiz poco conocido. Habla de dos posibles rivales ideológicos del liberalismo que serían contradicciones sin resolver, "muertos" el comunismo y el fascismo. La religión, que parece que no va a ser el "estado homogéneo universal" y será satisfecha por la esfera de libertad personal que ofrece el marco liberal, y el nacionalismo, pero no sería incompatible en muchas variantes con el liberalismo y si hubiera conflicto, no sería a raíz del liberalismo.

-Se supone que, por ejemplo, una Rusia después del socialismo volverá a las actitudes imperialistas decimonónicas, pero Fukuyama expone el caso chino, aunque tenga sus detallitos como la venta de misiles balísticos a Oriente Medio, para ver que podría no ser cierto. Y pone la cuestión en ver hasta qué grado han adoptado ese "estado homogéneo universal".

-Se comenta que los avances de los principios fundamentales de la organización político-social no han sido muy extraordinarios desde 1806. Y que todas las guerras y revoluciones en nombre de ideologías que pretendían superar el liberalismo que han fracasado y, a la vez, han servido para propagar el "estado homogéneo universal", aunque sin dejar de decir que es imposible descartar la aparición súbita de ideologías nuevas.

-Como los proyectos alternativos no tienen credibilidad al fracasar en todo Estado, es de esperar que el mercado común una diversos intereses nacionales y reduzca los conflictos. Sin embargo, advierte de que el mundo se dividirá en estados históricos, aunque menguen paulatinamente, y poshistóricos.

-Y concluye afirmando que el fin de la historia será muy triste, siendo la audacia, el coraje, la imaginación e idealismo de la lucha ideológica sustituida por la mera rutina, la satisfacción de demandas de los consumidores, la protección del medio ambiente y la resolución de problemas técnicos del sistema poshistórico, por supuesto liberal. Llega a firmar que no habrá arte ni filosofía. Se creará una nostalgia de "la historia" que alimentará el conflicto.

-¡Y otro matiz! Su frase final es Tal vez esta misma perspectiva de siglos de aburrimiento al final de la historia servirá para que la historia nuevamente se ponga en marcha, por lo que Fukuyama no descartaría que en algún momento se pueda deshacer ese fin de la historia.


Tras leer el artículo, se descubren matices que lo hacen más complejo auqnue podamos seguir hablando del fin de la historia como el triunfo de la democracia liberal sobre todas las demás alternativas. Si se lee atentamente, se podría dar cierta credibilidad. Sus palabras, apoyadas en cierta erudición y ejemplos del mundo real, parecen muy plausibles para el limitado sentido común. Parece un conjunto de ideas relativamente consistente, pero sigue siendo obra de un ser humano que ha tenido que elegir un conjunto de conocimientos muy acotado a lo largo de su vida y es muy posible que haya fallado y omitido detalles.

Se han realizado numerosas críticas como ésta de la Revolución Naturalista, centrada en la complejidad de la vida política en el mundo real, pero en este artículo realizaré una crítica cuantitativa, centrándome en el artículo de 1989. ¿Por dónde empezar?

Historia: una aclaración necesaria

Podríamos hablar del uso inadecuado del término historia, que, por muchas definiciones que se hayan discutido, se podría resumir en su significado académico, el de la ciencia que recopila y estudia muchos de los sucesos sociales, culturales, políticos y económicos que le ocurrieron a nuestra especie desde hace 100.000 años aproximadamente y que se hayan podido registrar (cuando surgió el Homo Sapiens Sapiens), una nimiedad en comparación con la larguísima historia del cosmos.

Así, pues, parece arbitraria y no muy bien definida la separación entre historia y poshistoria, siendo una distinción que se crea para apoyar la tesis. Se tendría que volver a una lección de sentido común, que el ser humano, mientras viva y exista como especie, seguirá comportándose en relación con el ambiente, sus genes y su bagaje cultural, creando o participando continuamente en nuevos sucesos que incidirán en mayor o menor medida al resto de la población: podrían parecerse a anteriores sucesos o no tanto, pero ocurrirán de una manera única. Asimismo, esos sucesos podrían dejar más o menos constancia en diversos soportes de información, como la frágil memoria biológica o la diversidad de medios escritos.

A su vez, estudios históricos recogerán bastantes de esos sucesos (es muy improbable que los recojan todos por limitaciones de espacio, cantidad de investigadores que, a su vez, son humanos y sólo pueden registrar una cantidad limitada de conocimientos en relación con su esperanza de vida, e información almacenada).

La dimensión de la variedad biológica y sociocultural

Como diría Daniel C. Dennnett en su La peligrosa idea de Darwin, el número de seres humanos posibles rebasa con mucho la población total e histórica, aunque muchos de ellos saldrían siendo mutantes inviables. La cifra es un 1 seguido de mil millones de ceros. El número posible de humanos sanos será muy inferior, pero seguirá siendo una cifra inmensa.

Teniendo en cuenta que nuestra especie tiene más de 3.000 millones de pares de bases por miembro que, a su vez, pueden tener 64 combinaciones diferentes, más de 33.000 genes conocidos y sabiendo que los genes son la base de los órganos que nos permiten crear cultura, socializar y comportarnos (a la vez que se expresan a través del ambiente), es de suponer que el número de seres humanos posibles sea inmenso y, con ello, una enorme gama de comportamientos, ideas y formas de vivir.

Veremos, pues, un cambio continuo de gentes y acontecimientos a lo largo del tiempo basado en esas combinaciones posibles (nuestra propia historia pasada, presente y futura).

¿Hasta dónde llegan las ideas posibles?

Dada la complejidad de la especie, la estructura demográfica, que es bastante determinante en la organización de una sociedad, las condiciones geográficas y numerosos factores socioculturales, incluso lo que se llamaría democracia y economía liberal viene a tomar muchas formas distintas en la práctica, con detalles como distintas legislaciones sobre impuestos. La política y la economía, en última instancia, serían formas de organizar sociedades de dos personas o más e intercambiar recursos. Dentro de esa sencilla definición, podríamos describir un enorme abanico de ideas que dependerían, naturalmente, de muchos factores.

No podemos ignorar que son ideas creadas por cerebros humanos y que se benefician del intercambio con otros. En última instancia, forman parte de la cultura que significa, como diría Cavalli-Sforza:
La acumulación global de conocimientos y de innovaciones derivados de la suma de las contribuciones individuales transmitidas de generación en generación y difundidas en nuestro grupo social, que influye y cambia continuamente nuestra vida. Este desarrollo ha sido posible gracias a la capacidad de comunicación entre los individuos que se debe a la maduración del lenguaje [y añado yo: el lenguaje, en sus diversas formas, abre una posibilidad energéticamente eficaz de transmitir conocimientos rápidamente y de forma inteligible]


Así, pues, la cultura es una posibilidad que se nos abrió en el largo desarrollo evolutivo del ser humano, aunque haya sido muy difícil determinar en qué momento se posibilitó eso y cuáles genes se activaron en respuesta al ambiente (se discuten hipótesis como la de los pulgares prensiles, que permitirían manipular herramientas, o las mutaciones en el gen FOXP2 que nos permitirían, en parte, desarrollar el lenguaje, aunque parece que la conclusión es más complicada, siendo una mezcla de diversas hipótesis), y que presenta muchas soluciones posibles a las limitaciones del entorno físico.

Al mismo tiempo, también es interesante señalar que la cultura podría dirigir parte del proceso evolutivo, algo que se vería por ejemplo en la selección sexual, que adquiere muchas formas.

No olvidemos que el sitio en donde vivimos es un pequeño planeta situado en medio del sistema solar, un puntito en el cosmos. Como hemos podido ver por diversos estudios científicos, sus condiciones climáticas cambian continuamente, afectando a la vida biológica, incluyéndonos. Está vivo a juzgar por su actividad tectónica. Dependiendo de donde te sitúes, las condiciones climáticas cambian bruscamente y puede haber más o menos seres orgánicos comestibles: sin calorías para ser transformadas, no hay desarrollo alguno de civilización. Éstos son también condicionantes para la organización de sociedad humana y el desarrollo sociocultural. Algunas condiciones medioambientales, incluso, nos pueden llevar a la extinción.

En tal contexto, la premisa de que la democracia y economía liberal es y será la opción triunfante tras la caída de la URSS no se vuelve nada sostenible, máxime cuando nuestra capacidad de predecir es terriblemente limitada como nos lo prueba Paleofuture, que recoge muchas predicciones plausibles pero que se quedaron en nada porque es muy difícil contemplar una miríada de factores. Todavía quedan muchísimas combinaciones socioculturales, ambientales y biológicas por probarse que darán lugar a una inmensa serie de ideas políticas y económicas, de las cuales algunas podrán ser peores que la democracia liberal y otras, mejores.

Habrá fin de la historia, pero será cuando se extinga el ser humano y ninguna otra especie sea capaz de registrar los acontecimientos del mundo exterior y social.

Bibliografía
Cavalli-Sforza, Luigi Luca: La evolución cultural (Anagrama, 2007).
Dennett, Daniel Clement: La peligrosa idea de Darwin (Galaxia Guttenberg, 1999).
Diamond, Jared: Armas, gérmenes y acero (De Bols!llo, 2009).
Livi Bacci, Massimo: Historia mínima de la población mundial (Ariel y Crítica, 2009).
Ridley, Matt: Qué nos hace humanos (Taurus, 2004).

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