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Candidato a caos reptante, con experiencia mínima liándola. Aprendiz de una de las revoluciones económicas más gloriosas, la marginal. Gente de buen parecer que intenta poner a lo cuantitativo en su sitio, bien glorioso y muy importante para todo lo que nos rodea.

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Cómo podría ser un juicio a las obras artísticas expresado de manera cuantitativa?

Antes que nada, adviértase que es un ejercicio mental puramente abstracto. Plantea una hipótesis que, en el más común de los casos, se ha enunciado a partir de las reflexiones personales de su autor, sin tener en cuenta el largo número de ideas que han manejado los científicos de diversas disciplinas en todo el mundo. Es posible que ya esté confirmada o refutada.


Un sinfín de combinaciones genéticas y socioculturales posibles da lugar a una gran cantidad de cerebros diferentes en unos cuantos aspectos, pero que en lo fundamental perciben cosas no muy diferentes, como corresponde a una especie con poca historia biológica y, por lo tanto, poca distancia genética con respecto a su antepasado más lejano en la especie. Tienen características comunes como un espectro de luz visible que no varía mucho. Sin embargo, pequeños cambios en dichas combinaciones alteran la percepción de los aspectos del mundo y su juicio.

Y en eso entra cómo juzgamos las obras artísticas1. Se concluye que es algo muy subjetivo, como lo prueba las diversas opiniones y polémicas. Sin embargo, también existe cierto nivel de consenso en asuntos como las llamadas "obras maestras" porque deben tener detalles que sean percibidos con placer por un gran número de cerebros que comparten dichas características comunes, aunque ahí podríamos incluir otras variables socioculturales que podrían influir en sus juicios, como la sugestión de terceros o la interferencia de los sesgos cognitivos.

Bien, ahora hagamos un ejercicio matemático simplificado. Supongamos que nuestro cerebro tiene 4 variables llamadas A, B, C y D que condicionan el estudiar el mundo exterior y juzgarlo. Cada una de estas variables tiene una escala del 1 al 100 (a lo cual hay que añadir otro factor: la incidencia de unos valores es mayor que otros en grupos de población: por ejemplo, los valores 75 al 85 de la variable B serían más comunes que los del 10 al 20). Eso ya alteraría mucho lo que se expresaría en un análisis artístico. En este caso, consideremos el ejemplo de un análisis literario.

Podríamos ver cómo una persona que nació y se desarrolló con cuatro variables determinadas podría tener cierta tendencia a dejar bastante bien Lolita (A, 35; B, 85; C, 95; D, 10). Mientras que otra persona con las variables en otro orden (A, 50; B, 75; C, 94; D, 30) podría dejar aún mejor esa misma novela. Y el tercero, con otras coordenadas (A, 40; B, 60; C, 87; D, 5), podría calificarla de decepcionante.

A su vez, hay más personas con variables parecidas al primer sujeto, el que dejó bastante bien Lolita. Así se genere una corriente de opinión mayoritaria que considera esa novela como "muy buena" y así pasa a la gran historia de la literatura del siglo XX2). Otra novela con otro orden de palabras y letras, en cambio, podría no estar tan bien considerada y pasar así a la intrascendencia por detalles como que active en menor grado una emoción correspondiente a la variable C.

Se puede alterar tal abstracción añadiendo más variables como las E y F, que podrían significar influencias ambientales.

Aplíquese ese ejercicio a las demás artes (en esencia, la crítica es escrutar algo y juzgarlo para otros). Se verían condiciones similares. ¡Ah, la tiranía de la superveniencia y el fisicalismo!

Notas al pie:

1 ¿No es interesante ver cómo ha sido objeto de diversas polémicas la misma clasificación categórica de "arte"?

2 Recordemos que ninguna antología, por limitaciones de espacio, es capaz de recoger todo lo escrito en un plazo de cien años, más cuando en ese período de tiempo hubo un brutal avance demográfico y tecnológico que multiplicó el número de obras. Un ejemplo lo tenemos en esta búsqueda de Google Books. Descubrimos cómo la palabra "of", de uso común, está incluida en más de 500 millones de libros editados sólo en lengua inglesa de 1901 a 2000.

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